Seguramente les atrajo el título de “las pirámides de”,
que es bastante amplio y confuso. Pues les cuento que cuando lo escribí,
tampoco sabía hacia dónde apuntaba esto, que, cómo podrán ver, funge de
pirámide invertida.
Es que los humanos tenemos fascinación con las pirámides
o en su forma gráfica más plana, los triángulos isósceles aunque estos son cuadrangulares,
pero a la vez son poliedros cuyos triángulos se juntan en un vértice común.
He allí la razón por lo que a los humanos nos llena de gusto
la forma piramidal: Porque todo se junta en un vértice común.
De allí que en una silla, juntemos un montón de ropa y
esta se apile o compacte por acción de la física, el viento y el sudor de no sé
cuántas puestas, buscando que se haga una pirámide elevada altísima, que sólo
sea derruida por alguien más, que nos la lave.
Las pirámides de artículos de oficina, documentos y
encima el celular, son muy populares entre los hombres que tiene un espíritu circense
o maromero, algo que no se les quita ni que se les rompa la pantalla o se les
caiga el vaso que pusieron en la punta y hayan pisado luego las astillas al
andar descalzos.
Las pirámides de estafas son populares todavía, incluso con reincidencias, ahora cayendo en estafas piramidales con anuncios en las redes sociales o por aplicaciones con las cuáles hacer dinero o ver televisión pirata. Siempre hay alguien que cae en la punta…
Piramidal.
Las pirámides de Egipto o las realizadas por los Aztecas o
Mayas, no eran más que escaleras a ver sí podían subir al cielo. Otra cosa en
la que se parecían, fue que las hicieron con mano de obra bien reventada.
Esta versión piramidal de reventar a la gente se
mantiene, sólo que es la pirámide organizacional, en la que la punta tampoco es
el jefe, ni el Estado, es la amante del dueño la cabecilla de todo y la que tendrá
las joyas, sin necesidad de ser enterrada en esa tumba.
Nada dice mejor la expresión “¡mira qué profundo soy!” como una estructura que desafía la gravedad y apunta directo al infinito. ¿Quieres impresionar a los dioses inventados, a los vecinos o a tu enamorada secreta?
Haz una pirámide.
Instantáneo respeto.
Los
humanos no pueden resistirse a un buen triángulo. Es estable, elegante, y
además permite decir: “¡Yo construí eso y sigue en pie después de mil años!”
¿Quién necesita terapia cuando puedes canalizar tus traumas en bloques de
piedra?
¿Quieres
dejar claro que eres el jefe? Haz una pirámide. Los faraones lo sabían. Los
mayas lo sabían. Incluso los niños con bloques de juguete lo saben. Nada dice
“liderazgo” como una estructura que te obliga a mirar hacia arriba.
Un
triángulo amoroso no es otra cosa que una pirámide triangular donde dos pagan y
una cobra o dos pagan y uno cobra, según quien esté encima de este triángulo de
las Bermudas.
El
ser humano teme al olvido. ¿Qué mejor manera de decir “yo estuve aquí” que
dejar a un monstruo piramidal hecho con cualquier material. Hay políticos que
lo han hecho desde hace siglos y esos e sigue repitiendo.
Lo
cierto es que cuando la gente trata de hacer las pirámides de lo que sea, lo
que está buscando es crear un montón de cosas que se vean bonitas aunque sean
inestables, para comprobar que tiene pulso, tino y sabe de geometría sin saber,
retando al cielo, al destino, a la lógica y a la necesidad de ser alguien mejor
para el mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario