Viajes en Autobús Por Puesto

Lo siguiente no es cómico, sino tragicómico, porque es parte de la verdad de mí país. Resulta que voy en el transporte público y el colector (ser que cree que tiene un trabajo, profesión u oficio o incluso, que es el dueño de la unidad), llama a otro colector preguntándole lo siguiente:

“Mira, hay una gente que quiere subir el sábado para Ocumare de la Costa - Aragua, autobús full, ¿Cuánto les vas a quitar?”; luego de algunos segundos colgó la llamada y le dijo al chofer de forma audible: “Que no puede porque anda manejando con los frenos malos” (yo lo escuché todo claro y estaba en el último asiento, llamado “la cocina”).

Como me bajé, no pude seguir escuchando esa atrocidad que es el entretenimiento que viene con el aumento del pasaje, pero podemos sacar a relucir algunas cosas:

-        El autobusero que no aceptó el viaje, hizo muy bien para no subir a Ocumare que posee una carretera con más curvas que creadora de contenido abollonada en Facebook, teniendo los frenos malos, pudiendo irse a hacer un tour al barranco.

-        Pero estaba trabajando con los frenos malos en la ciudad, que aunque no tenga bastantes curvas, tiene carros, peatones y propiedades a montón; también motorizados, pero esos no importan.

-        “Cuánto le vas a quitar”. Ahora resulta que los viajes en transporte público, son asaltos a mano armada. Bueno, un poco, pero habría que disimular.

viajes
 

Hagamos viajes en autobús del transporte público al mundo mágico de la imaginación 

Imaginemos que alguien acepta realizar un viaje a la playa sin haberle revisado ya sea los frenos, batería, bomba de agua, cauchos, combustible, transmisión o el surruplex al vehículo; que lo único que le sirve bien es el reproductor y las cornetas.

Orándole a San Eclundio para que a nadie le ocurra nada en ese viaje de placer, se ocurre que el autobús dice ¡Hasta aquí llego yo!, y le da la calambrina a la mitad de la nada. Comienza a anochecer y llueve, no pasa nadie, los teléfonos no tienen cobertura y no hay ni una casa embrujada con un psicópata cerca para guarecerse.

¿De verdad es justo que se atrevan a cobrar un viaje a la playa, montaña o una excursión al museo del Gurrufío, nada más por hacer dinero fácil, correr por la autopista y sacar en un solo pago una semana de trabajo?

Si no tenemos desorden alimenticio, no nos cayó una pared encima y no nos pasamos oliendo tubos de escape, la respuesta correcta es decir que no es justo. Pero hay transportistas (no todos, un 95%, especialmente los que no son los dueños y no les duele la unidad, ni la decena ni la centena), que se arriesgan con todo con tal de sacar a pasear su adrenalina o buscar darles solución a sus problemas de amor, hijos y alcohol, corriendo en vía recta por las curvas a ver sí llegan pronto al infierno. Y como les da miedo irse solos, buscan llevarse algunos inocentes.

Por lo tanto, cuando se contrata a alguien para hacer un viaje, lo mejor es que sea alguien que se dedique mayoritariamente a ese rubro de la conducción. Esos que besan hasta las bujías de la unidad por el cariño y cuidado que le prodigan a la misma. Ese va a llevarte sereno a la playa, te traerá con bien, sabrá solucionar percance alguno si lo hubiere e incluso, se bañará contigo y no pondrá peros de que te subas con los pies llenos de arena a la unidad.

Una de las primeras reglas al hacer viajes y turismo, es ir con quienes sí saben de viajes y turismo. Excepto esos que ponen a cantar a la gente toda la vía y a bailar en el camino, es muy triste pagar para que lo pongan a hacer a uno el ridículo con canciones que uno no se sabe. Ahora, sí descuentan por canción, allí sí vale la pena cantar rancheras vallenatas en tiempo de reguetón y mover pañuelos y encender yesqueros dentro de la unidad.

Argenis Serrano - @Humoristech 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mi lista de blogs