El
mangaka es el “artista de cómics", pero dicho en japonés y es el que crea
el manga (el cómic o historieta japonesa), el cual es todo un todero porque se
encarga de escribir el guion, desarrollar la historia, dibujar los personajes y
los escenarios, comprarse su café y cobrar 15 y último el sueldo de la
editorial que se queda con los derechos de sus obras; a veces cuentan con un
editor para la supervisión y un equipo de asistentes para las tareas de dibujo
secundarias como fondos y entintado que baja las esperanzas de ganar más, siendo
siempre el mangaka la fuerza creativa principal que da vida a la obra de
principio a fin.
Eso es loable y puedo nombrar a dos muy importantes,
tanto por sus obras que disfruto mucho como porque son los únicos dos que les
sé el nombre: Go Nagai (creador de Mazinger Z) y Akira Toriyama (creador de Dragon
Ball); cuyas obras pasaron al anime luego de haber sido mangas.
Si quieren conocer las obras en papel, les puedo
recomendar una tienda de mangas en México que además de poder comprarlos
allí, le hacen envíos físicos y digitales a todo país, porque no en todos los países
llegan los mangas.
¿Por qué no llegan?, porque tocan temas tan
disciplinados, esperanzadores, honorables, amistosos, creativos y únicos que
podrían acabar con gobiernos enteros y la dominación de militares, banqueros y
licorerías sobre la población.
Porque el mangaka japonés crea historias largas,
fantasiosas, únicas, con pensamientos profundos que rompen aquellos miedos y
tribulaciones por los cuales los japoneses son tan educados, formales,
laboriosos y ya crearon su propio robot para dominarnos, tal cual hicieron con
el Walkman y el Nintendo.
Por qué es difícil ser mangaka
Hay que tener la mente en todos lados y el temor en
ninguno, haciendo de lo más normal un evento que podría rasgar la tela de la
realidad tal cual la conocemos o cambiar el destino del mundo sí sacas mal una
carta, tu trompo no gira lo suficiente con cargas ionizadas, si tu Pokémon no
quiere evolucionar, si el balón de fútbol no hace un movimiento oscilatorio que
rompe las leyes de la termodinámica para lograr el gol, en caso de no ver tu
vida en retrospectiva desde antes de tu nacimiento mientras el referí te hace
una cuenta de protección en el cuadrilátero o si tu robot casero no pude
detener a los malos y estar a tiempo para preparar la cena.
El
mangaka realmente es épico, mostrándonos por chorrocientos episodios el viaje
del héroe o camino del héroe.
En
todas partes hay amistad y vínculos (lazos emocionales inquebrantables) sin
cuestionar qué hace un menor de 11 años con una rata amarilla vagando solo por
el mundo, buscando peleas.
Superación
personal (el entrenamiento y el esfuerzo constante) en una cámara de gravedad
aumentada, misma que a cualquier humano le haría astillas los huesos.
Sacrificio
(la voluntad de darlo todo por un bien mayor o un ser querido), en la que el
mangaka hace que el héroe se inmole, algo que nadie quiere hacer por el bien,
sólo por el mal como hacen los musulmanes y los que protegen a los narcos.
Batallas
épicas (luchas finales dramáticas, a menudo con transformación), llenas de
gritos y movimientos que uno no puede hacer en una pelea común.
Poderes
ocultos/especiales (habilidades latentes o sobrenaturales), porque el mangaka
saca el deseo de todos: tener poderes especiales para cobrar venganza de
quienes nos quitan el puesto en el transporte público.
Escuela/Vida
estudiantil (el escenario de muchos dramas y comedias), donde las chicas
tímidas buscan al más noble. El mangaka muestra ese lado bonito, no como en
occidente donde las chicas buscan al más ladrón falto de baño y madre que
encuentran, sólo para hacer llorar a sus padres.
El
rival (un personaje clave que impulsa la mejora del protagonista), que en
muchas ocasiones se vuelve aliado o se hace peor, pero con trajes y planes de
escape dignos de un Drag Queen inteligente.
Dilemas
morales (cuestionamiento de lo que es correcto o incorrecto). Esa es otra cosa
que lo diferencia del cómic occidental, acá los malos no se cuestionan y los
buenos sí se flagelan sin resolver.
La
nostalgia (o el valor del pasado y los recuerdos). Allí el mangaka nos agarra
en el lado sensible, por eso es que uno se hace fan incluso siendo un viejo al
que se le ve ridícula una franela con personajes del anime.
El
fin del mundo/Post-apocalipsis (un contexto recurrente de supervivencia). Aquí te
tocan el cristianismo con su budismo y uno se vuelve una sopa religiosa.
Honor
y venganza (especialmente en series históricas o de acción). Los japoneses
gustan de ello; a nosotros, la venganza no más, porque siempre copiamos lo
malo.
Desarrollo
de un talento (desde el deporte hasta la magia). Haciendo de cosas simples una épica
extraordinaria; hasta un juego de básquet dura dos semanas mientras piensas, se
oye el driblar como latidos del corazón y el balón va flotando plácidamente en
el aire como si lo hubiesen llenado con helio.
El
mangaka tiene demasiadas ideas dentro de las ideas y genera más ideas, sabiéndolas
exponer y materializar. No todos pueden tener ese talento y menos mal que queda
en manos de gente como ellos que crea cosas buenas, para que sucedan cosas
buenas.
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