Todos
los días diligentemente me levanto bien temprano, entre las 9 y 10 de la
madrugada, con la firme intención de ir a buscar empleo, luego de hacer
búsqueda en una bolsa de trabajo por
Internet.
Luego
de un baño largo y placentero, de un buen desayuno, leer el periódico, tanto
clasificados como farándula y deportes, salgo a la calle, salida esta siempre
muy cerca de las 11 y media y por ser esa hora, termino regresándome para degustar
mi almuerzo.
Al
culminar de ver la popular novela de la una, salgo prontamente en busca de ese
empleo, no sin antes recibir la bendición de mi mamá con su frase acostumbrada
¡Tú cómo que sales a esta hora a buscar trabajo con la intención de no
conseguir!, ¡Que madre tan alegre tengo! y eso que en serio he buscado empleo,
como en una tornillería, donde la encargada de entrevistarme vio mi curriculum
y que conocía el negocio, más llegó otro que no sabía nada de la cosa, pero
como era catire y fortachón, ella me despachó sutilmente viendo mi foto y a mi,
diciendo luego ¿esta es tu cara todo el tiempo? a la vez que esbozaba una
sonrisa, seguida de una carcajada burlona y villana.
Me
fui sin decir nada, con la frente muy en alto, sin guardar rencor a la loca
desgraciada esa y aguantando estoicamente mi derecho constitucional de
ahorcarla.
Hace
poco metí los papeles en una sala de cine en un centro comercial, me dijeron
que no daba el porte, pues ellos buscaban un perfil en especial, ¿y cómo es ese
perfil?, pregunté, -uno que no sea como el suyo que no es peor que su frente-,
me contestaron.
Luego
opté por ser operador de la central telefónica de una línea de taxis en horario
nocturno, me despidieron a la segunda noche, con el pretexto de que yo me la
pasaba todo el tiempo hablando por teléfono.
El
colmo fue en un banco en el que me aplicaron una vieja frase en un nuevo
estilo, me dijeron, “no nos llame, que
nosotros tampoco le llamaremos”.
Y
eso que faltaría por contar la vez que en una ferretería trabajaba yo solo con
el dueño y un día éste me dijo “aquí hay
que despedir a uno y yo soy el dueño, ¿qué piensas tú que haré?”; y la vez
que trabajé en una lonchería y duré dos días porque mordía previamente las
empanadas para saber de qué eran; en un taller de joyería donde hacíamos
imitaciones originales de copias verdaderas de anillos de oro importados y que
allanaron un día que por suerte no fui.
Entre
muchos sitios en que me ha desplazado siempre hay uno que sabe más que yo (que
es correcto y aceptable), o por uno de buen físico, (aunque no sepa nada, ahí
si no importa arriesgar el negocio).
Publiqué
el currículum en una bolsa de trabajo por
Internet y me salió empleo en Perú, Ecuador, México y Argentina, donde parece
no tienen problemas con el físico. No me he ido porque creo que se me hará
difícil venir a mi casa a almorzar.
Y
si de sindicalistas, ejecutivos o presidentes rotatorios de compañía hablamos,
esos son pura bulla cuando prometen conseguirte empleo, pues me hicieron una
prueba psicológica laboral, una entrevista, me dijeron que era apto… y
contrataron a otro, puesto que mi honestidad era un peligro para los intereses
de la compañía, además que las secretarias hicieron presión para que no fuese
contratado, ya que si yo llegaba a ascender en un futuro y era un ejecutivo, no
tendrían valor de echarme los perros por que soy muy feo.
Pero
como ya dije no tengo ningún resentimiento contra esos muérganos desgraciados
racistas, por ahora sólo me queda estar en mi casa, no sudarme para que me
rinda la ropa y comer lo que me den, no llamar por teléfono, no salir a pasear,
tener los ojos cerrados para no gastar los lentes, etc.
Por
cierto, si tiene un empleo serio, escríbame, pero que no sea muy cansado y si
es algo grosero u obsceno, por favor, que sean con puras chicas, aunque sea
unas viejas de 19 a 25 años.
Mientras tanto, viviré de lo que me ahorro de no seguir sacando más copias, currículum, etc., que a la larga, es como si gastara tres sueldos de empleos que no tengo. Esto no es una crítica, ¡es una tragedia!, pero que no me detendrá, algún día me ofrecerán un empleo donde no me juzgarán y si me valorarán, pero tal vez no lo pueda aceptar, porque para ese día ¡ya estaré muy viejo!
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