Regreso a seguirte contando sobre la casa que te prometí, un lugar de esos que no abundan, donde en el entorno no hay ruidos de vallenato, reguetón, Romeo Santos o Arjona ni cornetas de camiones que suenan “la cucaracha” a las 9 de la madrugada los fines de semana, cuando uno quiere estar en pareja agarrando el último sueño.
Aunque tú y yo nunca fuimos nada, sabes que por ti me inspiré y propuse comprarla. Y poco a poco la he pasado de la casa que te prometí a un hogar para uno.
¿Qué le he hecho a la casa que te prometí?
Bien, para no ser como otros hombres que van transformando la casa en un campo de concentración, me organicé haciendo una guía de compras bien sistemática para tener mis cosas básicas, las que como pareja íbamos a necesitar y que ahora debo disfrutar por dos, porque tú a mi lado no estás (no es reproche, es para que se entienda).
Con mucha humildad y examinando dicha guía de compras, le metí a la casa que te prometí, lo siguiente:
Una cama: Como doy muchas vueltas durmiendo y temía te fuera a dar un pescozón sin querer, en vez de una cama King Size, compré una tamaño Ring Side, con sus sábanas de tafetán y faralaos y almohadas de pluma de pájaro dodo.
Escaparate: Porque eso de clóset no me suena bien y lo compré pequeño, porque como quedé solo, no fueran a decir las malas lenguas que quería uno grande para meterme y luego salir de él.
Cocina, lavadora y nevera: Bien bonitas y funcionales, grandes y modernas. Aunque sigo comiendo donde mi mamá, lavo cuando me baño y la nevera sólo es para comida por delivery. No me mal interpretes, la casa que te prometí no era para que fueras mujer de servicio, pero soy sincero, lo que cocino queda sabrosa la parte entre lo crudo y quemado, la ropa se me encoge al lavarla o le rompo los talones a las medias. Eso sí, la nevera siempre full, porque algo que me gusta más que lo que tú me gustabas, es la comida.
TV, Play Station 5, Computadora, Chromecast, Internet, TV cable y Netflix: Para el cuarto y para la sala. Para que viéramos y descargáramos lo que quisiéramos y olvidarnos de las tribulaciones del exterior. En fin, lo que hacen las parejas.
Juego de muebles: De esos que se sabe que son buenos cuando los pruebas echando una siesta en la tienda donde los venden. Porque la casa que te prometí es cómoda donde se vaya. Hasta una hamaca adicional adquirí para los días calurosos.
Mesa del comedor, sala y patio: Porque en algún lugar hay que colocar las cosas, tampoco soy un cavernícola.
Utensilios de Cocina, Electrodomésticos y Utensilios del Hogar: Como no nos casamos, obvio que nadie nos iba a regalar esas cosas. Aunque con lo agarrados que son tus amigos y lo escépticos que son los míos que dudaron que yo me fuese a casar con mujer alguna (y acertaron), difícil veía que alguien nos fuese a regalar.
Más como soy responsable de la casa que te prometí, compré licuadora, pulidora, batidora, microondas, air fryer, cuchillos – tenedores y cucharas, vajillas y vasos, un pela papas y un aparato para hacer que el chorro del lavaplatos lance el agua con colores así como una fuente.
En fin, realicé bien mi tarea con esa guía de compras y luego le meteré más.
Aunque no sé cuándo sea ese luego, porque vivir solo entre tantas comodidades es como que aburrido. Quizá me toque vender la casa que te prometí, porque me trae recuerdos de lo que no pasó, cosa que psicológicamente hablando es que tengo un corto en la caja de fusibles.
Bueno, espero que estés bien con tu pareja allí en el cuarto sin nada propio donde están arrimados; yo también me voy a que mi mamá a comer, para luego ir a darle una vuelta a la casa que te prometí y quizá haga una fiestica con muchas comidas y bebidas que compré por si acaso había boda.
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