¡ALERTA
DE SPOILER!, bueno, no exactamente, pero la frase está
de moda y es buena para despertar. Sí quiere entender el génesis de éste post,
primero debe leer ENTRAR A UN MOTEL A PIE en nuestro blog matriz, luego ya se devuelve y sigue leyendo. Claro, sí
le da la canina gana, sí no, allá usted.
Salir de un motel a pie
está precedido por una sesión de sambarabulé con songorocosongo que usted ya
sabe o la petición de que no hicieran nada sino darse un abrazo, el abrazo más
caro de su vida, por cierto. También puede ocurrir que se le haya ido el
disparo rápido o hasta antes y eso es gracioso mientras no me ocurra a mí.
La primera decisión fuerte
es decir a su contraparte, ¿nos vamos?, en espera de que no caiga mal, ya sea
por el corto tiempo o la mitad del mismo, porque hubo alguna posición que
terminó en una rodilla metida en el cielo de la boca lo que no es una posición
cómoda sino más bien dolorosa.
Pero luego de la pregunta,
la respuesta podría ser un “último round”, o “vamos a darle valor al dinero y
seguimos acá, abrazados hablando (acá ya el abrazo sí vale porque hubo de
aquello); también puede aplicar que esté lloviendo o haga mucho sol y ya ambos
saben que van a salir del motel a patín, algo de "turismo de aventura", dicen las lenguas que se meten al besar.
Luego de darse un baño
juntos o separados, depende de cuanto orgasmo se les haya salido del cuerpo y
estén en la onda zanahoria, el vestirse es rápido, ya hasta el hombre sabe
colocar el sostén y no es la burla por no haberlo sabido quitar; encienden
celulares y ambos se ven procurando que la contraparte no les fotografíe para
luego usar esa imagen en su contra. El video en pleno jaleo sí, pero eso no,
porque acá sí sale la cara.
Le echan un último vistazo
a la habitación y se alejan del olor a cigarro, perfume barato, alcohol que
dejaron los usuarios anteriores; se alivianan del ruido del aire acondicionado
que suena como sí va a explotar y del chorro de agua que se botaba mientras
ellos se apretujaban y que no daba agua cuando querían lavarse sus partes.
Entregan la toalla blanca
de color negro percudido en el cubo ese giratorio junto al envase del agua que
no usaron porque en el mísero hotel no hay agua y eso que cobran bastante, ni
vasito plástico dan. Ambos se pelean por ver quién se lleva el jabón de hotel
que es como una recompensa por el mal rato…bueno, malo con el motel, que
conste, allá ustedes.
Ya salen livianos y
pensantes, sin pena. Ya no se tapan la cara con un trapo cuál bufanda ni los
lentes. Se paran hasta frente al mismo motel como sí fuera el frente de su
casa, para hablarse y decidir cómo se van a ir.
Él no tuvo para llevarla
en taxi, menos la va a sacar así. Ya ella sabe a que se atuvo y que le viene,
irse a pie. La decisión se hace más difícil cuando ella vive hacia el sur y él
hacia el norte de la ciudad, ¿hasta dónde la acompaño?, es la pregunta de él,
¿me irá a acompañar hasta la parada al menos y darme para un pasaje que me voy
parada seguro?, se dice ella.
Dependiendo del cariño, la
confianza y lo que les haya quedado de sencillo, es la decisión y acción de
ambos. Lo más probable es que se vayan a patín por su cuenta, no sin antes de
hacer un pacto de no agresión, que consiste en no sentirse mal por no salir en
auto de lujo, ser llevada a la puerta de la casa y no recibir un ramo de rosas
al otro día como en película romántica francesa.
Pasa un taxi y él lo para,
pero sólo para preguntarle la hora. Eso puede romper la magia, pero es más bien
para calcular a ver quién llega caminando a su casa primero. Y quien sea, debe
enviarle un mensaje a su contraparte con un ya llegué. Esa señal es indubitable
de que no quedaron rastrojos de resentimientos porque se fueron a pedal y bomba
luego de meter el pedal y hacer bomba.
En la mente de ambos
amantes que se alejan quedan algunas dudas porque la mente ya está más
despejada, de testosterona y progesterona o de líquidos seminales y el alboroto
de las hormonas. Las típicas, ¿le habrá gustado?, ¿se desencantaría al verme
desnuda?, ¿Cómo que estuve aguado?, ¿creería que grité por el orgasmo cuando
fue porque me pellizcó un resorte de la cama?, se van colando con las preguntas
más fuertes, a saber:
¿Éste me va a traer
siempre al mismo hotel porque sólo lo va a pagar y no piensa que me da penita
que me vean entrando con él?; ¿ella me podrá poner la mitad de la habitación la
próxima vez?, ¿le dolerán las piernas como a mí?, ¿éste dolor de abdomen es de
qué?, ¿y sí en el camino se le olvida lo vivido?, ¿y sí ve a uno con carro y me
cambia por él que la puede llevar más a escondidas?
Todo eso es factible, pero
la realidad es que sí ambos tuviesen dinero a raudales de verdad, tendrían
carro, pagarían taxi, tendrían un lugar apartado, irían a moteles que quedan en
las autopistas y de donde no sería cómodo llegar a pie y menos salir, lo harían
de noche y no de día porque es menos peligroso y es más cómodo para irse a pie,
se sentirían menos inseguros de que alguien los cuestione al verles cuando de
plano no deberían tener interés de que les cuestionen algo natural que están
haciendo donde debe ser y no debajo de un puente, en un ascensor o en el baño
de un ancianato.
Entonces recuerden que sí
fueron a ese pequeño motel las condiciones monetarias y de estilo no deben
pesar por encima del interés de hacer y estar con la persona que les gusta y
que puede brindarles placer, aunque no les brinden un helado ese día.
Con lo que valen cuatro
horas en un motel, días después pueden irse caminando a una heladería y comerse
un helado, hablar y hacer otras cosas que también les integrarán a lo que ya
hicieron en la cama, esta vez de pie o sentados, vestidos, rodeados de gente y aprendiendo
que no importa el qué dirán cuando no se hace ni se recibe ningún mal.
¡Qué viva le gente que va
a un motel a pie, que pagan 50/50, que se llevan su vianda, que salen
tranquilos y gozan la vida sana y la loca también!, pero también, ¡que mueran los hoteles que parecen
prisiones a altos precios!
Argenis
Serrano – Twitter: @Humoristech
Gracias a esas personas anónimas que me contaron de ésto de lo cual, no sé. Sí no es así, me mintieron.
Gracias a esas personas anónimas que me contaron de ésto de lo cual, no sé. Sí no es así, me mintieron.
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