Cuando Duermo

*CUANDO DUERMO*

*Cuando duermo…* soy el peor de los villanos en otra parte del mundo donde al parecer llego por una experiencia extra corporal y sensorial.

*Cuando duermo…* el balance del mundo hace que los villanos sean los más poderosos con cargos, armas y legislaciones que usan y deshacen a voluntad y la gente buena pierda poder, confianza, interés en destacar, cuidarse, quererse y querer a los demás en pro de ser libres.

*Cuando duermo…* las energías cósmicas del universo se desalinean y los eventos naturales hacen estragos en el mundo, de allí los terremotos, los tsunamis, las inundaciones por lluvias, los incendios, el granizo, los tornados que pasan a huracán y son devastadores.

*Cuando duermo…* las mentes oscuras salen a ejecutarlo los delitos planeados o no, muestran su resentimiento contra los que hacen las cosas bien y de corazón, tan sólo por ello.

*Cuando duermo…* el tiempo entre los que están despiertos por el huso horario se hace más pesado, incómodo, improductivo, poco sano y aletargador en el proceso productivo, en fin, es un tiempo muerto.

*¿Por qué creo, digo y aseguro en resumidas cuantas todo esto?*

Porque *cuando duermo* los vecinos, familiares, amigos, conocidos, desconocidos y hasta el sexto grado de separación se empeñan y empepan en: toser, hablar duro, hablar gritado, susurrar constantemente cerca de mí, tocar cornetas, enviar mensajes, mover muebles que estaban bien donde estaban, tocar cacerolas sin estar protestando, tocar instrumentos musicales que no saben tocar, lanzar cadáveres por los balcones, explotar ollas de presión, reventar globos, bajarle el agua a las pocetas, arrastrar chancletas, tener peorrera, eructar, tratar de hacer música sonándose las axilas y/o narices, aprender joropo en las platabandas, ladrar junto a sus perros, gritarle a sus hijos para probar sus amígdalas, pellizcar bebés para que lloren, poner canales nacionales a full volumen, no pedirle servicio al amolador para que éste sólo ande voceando y tocando el silbato.

A veces se le suma a todo esto, el heladero con campanitas, el vendedor de plátanos que pide que manden a sus hijos con la bolsa porque parece que es un ser de intenciones oscuras que no le vende a adultos, la señora que llama con alaridos estentóreos a sus hijos a cada rato para que vengan –incluso cuando ya vinieron-, los que lanzan pelotas de bowling por las escaleras y de no tenerlas, se lanzan ellos nada más para hacer el mismo estruendo.

Los que poseen el peor gusto musical pero lo compensan con las cornetas más grandes que ponen un número más del máximo o a veces en un noticiario o cadena; los que por una coincidencia cósmica atinan a saber que a uno se le quedó el celular encendido y sin el silencio y llaman y repican por todas las veces que jamás te llaman o escriben cuando estás despierto. Las aves y abejas que desorientadas por las señales de WiFi van a estrellarse a la ventana del cuarto o se meten cucarachas, tuqueques o un gato que no tenemos a buscar habitar allí como si fuese un cuarto de alquiler. También las cosas se unen en esta componenda, ya que los resortes de la cama se desenrollan y emergen buscando y a veces logrando romper la tela del colchón, la puerta del escaparate se abre y las gavetas se salen violando las leyes de la física, haciéndome sentir que las ánimas me están bailando y seguramente lo están haciendo, ya a éstas alturas lo creo todo.

Suenan cohetes y luego ambulancias y carros de bomberos y policías que  son llamados con o sin razón, pasan motorizados que regañan a la gente que se les atraviesa cuando suben sus motos varios pisos por los edificios; el vago que se levanta a altas horas de la madrugada con un machete, pala y pico a abrir huecos y destruir el jardín a ver si consigue oro para no seguir trabajando los que se ponen a afinar el carro temprano sin saber de mecánica. Los grillos, sapitos, avispas, mosquitos que te quieren hablar en el oído.

Y cuando no es nada de eso, es un gas, un calambre, una muela o un pedazo de piel que tiene un espasmo, unas ganas de ir al baño que no lo son o cuando sueñas que estás nadando y allí sí son las ganas de ir al baño; la sábana que se va  anudando alrededor de la garganta o la patada involuntaria a la pared, mientras uno sueña que está peleando contra alguien que te quiere incautar tu colchón, esto motivado a que hay un señor en un carro voceando que compra colchones viejos y demás chatarras, que manden a su niño con eso. Hay días muy seguidos en que es el calor, el ventilador no puede ganarle y empieza a crujir, no tanto como el aire acondicionado de los vecinos que suena como motor de autobús y parece que apagan con una palanca, el motor de la nevera que aumenta su sonido, el zumbido aturdidor de las plantas eléctricas, el frío que te duerme los pies, el pijama que cuando hace calor da más calor y cuando hace frío da más frío igual que las chaquetas de cuero que usaban los petejotas y la gota de agua del techo que cae en una lámina de zinc fantasma que nadie colocó allí, pero apareció. Sí, también hay fantasmas y un ulular desconocido.

En fin, sin decir acá todas las cosas que ejercen su fuerza en contra de mí *cuando duermo*, el punto es que mientras yo duermo ocurren todas las desgracias antes expuestas y es por eso que todo se une en alineación del cosmos para que yo no duerma, esta guarandinga ocurre todos los días, con mayor énfasis en fines de semana, días patrios, fiestas de guardar, vacaciones, cuando estoy enfermo, en la siesta, cuando estoy el doble de cansado o los peores días, esos en que debo ir a trabajar, siendo la alarma, el agua fría o los golpes con una regla en los pies los peores enemigos de mi sueño, mismo período en el que al mundo le pasan cosas malas, ya que soy el eje central del equilibrio mundial no cuando laboro, aporto ideas o colaboro, sino *cuando duermo*.


Basado en hechos reales y descrito por su autor *Argenis Serrano - @Humoristech*.

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