Dijo alguna vez Carlos Villagrán que el secreto del humor del Chavo del Ocho y del Chapulín
Colorado, es que cada minuto debía haber uno o 2 chistes y mantener así la
dinámica. Para mí, eso y las risas
grabadas eran el soporte, además de la química del elenco original.
Nótese que cuando Chespirito quitó las risas grabadas, alegando que era una forma de “respeto
al público”, los chistes no explotaban y allí empezó su decadencia como
programa, sin hablar de todo lo que le hizo de daño Florinda Meza, “La Yoko Ono Latinoamericana”.
Lo de quitar las risas fue una ley en
México, porque decían que eran falsas. Pues ni tanto, ya que las versiones que
existen en Latinoamérica y USA, fueron grabadas con públicos latinos y
estadounidenses, además de una versión brasilera.
Las de ahora se hacen con Inteligencia Artificial o graban a
gente de la calle a la cual le regalan una cerveza y unos cartones y las
resuelven, como hacen los influencer mal gestados.
Radio
Rochela, la decana del humor en Venezuela, las llegó a
utilizar, hasta que comenzaron a invitar a allegados para ver las grabaciones y
pudieron suplirlas, tal cual hizo Cheverísimo,
porque las risas naturales en el estudio, inspiraban a los televidentes.
Cuando intentaron quitar ambas
modalidades o cambiaron la manera de exponer los chistes en algunos cambios de
producción, todo se les cayó. Regresaron a las risas grabadas y luego al
público y escalaron al sitial de honor de sus horarios.
Sobre
las risas grabadas
La verdad que es el acompañante ideal del chiste cuando no hay público. Y aunque ya las series norteamericanas se graban con público en vivo, siguen usando las “risas enlatadas” para fortalecer el chiste.
En Venezuela lo hizo el programa “Planeta de 6” con éxito en su primera temporada, hasta que se les
ocurrió cambiar el formato y el público en la sala se iba, pidiendo reembolso
de los tickets que eran gratuitos.
De allí que haya diferencias en las
audiencias entre The Big Bang Theory y
Friends que las utilizaron, con The
Office o Parks & Recreation. Todas buenas, pero el chiste no calaba en todo
público, quitándole brillo a su fina y laureada comedia.
Quienes hacemos Stand Up Comedy sabemos que se requieren al menos unas 10 personas en el público y hacerlas reír, ya que la risa de 5 puede contagiar la de los otros 5. Si el comediante no hace reír pues ya es una deficiencia del hipotálamo y de no saber ni robar chistes.
Eso hace las risas grabadas, acompañan
a la gente sin decirle cuándo reír, sino demostrarle que allí había gracia y si
se lo perdieron, preguntan y están más atentos. La risa es tan llamativa que
despierta la curiosidad de todos, que terminan aprendiendo así no lo crean.
Sobrepasarse ya pasa a ser un problema por pensar con los pies
Hay grabaciones de risas en
plataformas como TikTok con aquella carcajada sonora o gran risotada que te
ponen expectante y luego nada sucede. Esa es una risa perdida.
Jugarle al comicastro no es ganancia
en ninguna parte; sí la cosa es de reírse, aunque sea moderadamente, agrégale
la risa. De resto, mejor colócale la música de piano o un letrero de “advertencia:
me pareció gracioso, no sé a usted, véalo bajo su propio riesgo”.
Al menos los comentarios de la gente
decepcionada y su creatividad para darle su merecido a quien grabó el video,
salvan el momento cómico.
Igual ocurre en algunos programas
radiales. Ponen aquellas risas grabadas hasta cuando dicen “hola” y uno no sabe
si es que la computadora lo tiene programado para cada 10 segundos o el
operador de audio cobra por clic o el locutor tiene un problema cognitivo que
quiere tapar escuchando las risas que no le da la audiencia.
Las risas grabadas pasan a ser
desestimadas incluso por algunos comediantes o productores, porque no las saben
dosificar. Es como si tuviesen deficiencia del gran simpático y por eso, no
saben qué tiene simpatía y da risa.
Que sigan las risas grabadas
Ir a ver cómo se graba un programa es
buena experiencia, pero sólo una vez, ya que la comodidad brilla por su
ausencia allí, salvo que seas público pagado (gente que vive de eso).
De resto, se requieren de buenos
chistes que exploten tan naturales que no se necesite acompañamiento auditivo
(tipo chiste de Los Simpson o South Park),
o de las risas grabadas que te acompañen a no reírte solo, porque quizá te
acuerdes de tus picardías y te digas “me estoy riendo y hace tiempo que no
cometo picardías”, por lo que puedes terminar llorando.
Y es mejor reír, que llorar, salvo en
un funeral o cuando tienes cólicos.
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