Un hombre muy elegante ingresó a un motel en Maracay y
pidió ver al dueño. Cuando este llegó, comenzó la historia.
Cliente: ¿Está la habitación 39 vacía?
Dueño: Sí, Señor.
Cliente: ¿Puedo reservarla?
Dueño: Por supuesto que puede.
Cliente: Gracias.
Después de la medianoche, el dueño oyó voces extrañas y
ruidos en la habitación de ese cliente. Voces de animales salvajes y de
utensilios y platos tirados en el suelo. El dueño no durmió esa noche. Él
seguía pensando y preguntándose cuál podría ser la fuente del ruido. Por la
mañana, cuando el cliente le entregó las llaves al dueño, este último pidió ver
la habitación primero. Fue a la habitación y lo encontró todo bien. Nada
inusual. Incluso encontró el hilo, el cuchillo negro y la naranja en la mesa.
El Cliente pagó la cuenta y le dio a los encargados de
limpieza una buena propina y dejó el hotel sonriendo. El dueño estaba demasiado
sorprendido pero no reveló lo que escuchó a los demás trabajadores. De hecho,
empezó a dudar de sí mismo.
Después de un año, el cliente apareció de nuevo. Pidió
volver a ver al dueño. El cliente pidió las mismas cosas: habitación 39,
cuchillo negro, hilo blanco y una naranja. Esta vez, el dueño quería saber la
verdad por todos los medios posibles.
Pasó la noche sin dormir, esperando que pasara algo.
Después de la medianoche, las mismas voces y ruidos comenzaron, esta vez más
fuerte y más indescifrable que el año anterior. De nuevo, antes de irse, el
cliente pagó su cuenta y dejó una gran propina en la mesa para los empleados.
La sonrisa no le dejó la cara.
El dueño comenzó a buscar el significado de todo lo que
el cliente pidió tener.
¿Por qué pidió la habitación 39? ¿Por qué el hilo
blanco? ¿Por qué el cuchillo negro?
De hecho, no llegó a ninguna respuesta convincente para
todas esas preguntas. El dueño ahora estaba esperando ansiosamente el mes de
Agosto, el mes en el que apareció el cliente. Para su sorpresa, el primer día
de Agosto, apareció el cliente e hizo las mismas preguntas.
Quería reservar la misma habitación, quería tener las
mismas cosas que antes. El dueño volvió a oír los mismos ruidos, esta vez más
fuerte que las veces anteriores. Por la mañana, cuando el cliente estaba
saliendo del Motel, el dueño se disculpó cortésmente con el cliente y pidió
conocer el secreto detrás de los ruidos en la habitación.
"Si
le digo el secreto, ¿promete no decírselo a nadie?'' "Le prometo que nunca
voy a dejar que nadie lo sepa. Jamás revelaré su secreto".
Así que finalmente el cliente reveló su secreto al
dueño. Desafortunadamente, el dueño era una persona íntegra y hasta el día de
hoy no ha revelado el secreto a nadie. Cuando lo haga, te lo haré saber...
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UNO SIEMPRE PENSANDO
EN USTEDES
Argenis
Serrano - @Humoristech
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