Invitar a comer a una mujer pasa por varias etapas, todas ellas apegadas a la afinidad.
Porque si es tu hermana le dices, “vístete para ir a
comprar unos perros calientes, que mi mamá no quiere cocinar, así pides el tuyo”.
Para ella ya esa es una invitación.
Sí es una compañera de trabajo, no sé por qué le hacemos
la brillante pregunta de, ¿Vas a comer hoy?; es una mujer que se levantó a las
4 de la medianoche y preparó su comida, luego de 8 horas y un desayuno que ya se
le fue con el corre y corre del día, pues ¡obvio que va a comer, jetón!, ¿qué
preguntas hacemos?
Ahora, sí es una mujer que te gusta, el asunto se pone
más peliagudo. Porque la primera impresión vale. Y sí se te pasa la mano, vas a
poner la vara alta y comenzarás mintiendo. Si comienzas muy bajo, está como que
difícil que haya una segunda aceptación a salir, salvo que te redimas o la
agarres en una fila donde estuvo unas 6 horas y el hambre la lleva a acciones
desesperadas, como la de comer contigo.
¿Qué invitar a comer a una mujer?
Comencemos por lo light, por ejemplo una Ensalada Rusa original que puedes hacer
en casa y llevarle en un pote que te prestó tu mamá y que debes devolver a como dé lugar.
Hacer unos panes con ajo o aros de cebolla le daría un
toque exótico para que ella vea que te sales de lo convencional y no eres de
puro comer caraota con pasta.
Cuando el dinero no te alcance, internaliza quien es
ella, porque quizá se te está pasando la mano y la estás convirtiendo en un ser
banal que no es. Brindarle una chicha bien espesa con galleta de soda mientras
caminan de seguro la va a embuchar.
Lo último es válido una vez. Lo repites y ya, tronaste mi
compae.
Y ya, con más confianza
Al invitar a comer a una mujer, también aprendes qué
futuro hay entre los dos. Porque sí ella acepta salir a comer contigo dos
perros grandes por un dólar en un kiosco, sentados en la acera y los perros en
un banquito y además ella dice, “yo pago
el refresco”, mira, en tu lugar yo le diría, “no sé qué nos depara el destino, pero yo quiero estar siempre contigo”
y voy a poner la amonestación en la jefatura civil de una vez.
La mujer que entiende que no siempre se puede ir a un
restaurante lujoso, que en ocasiones toca comer de pie o en el carro, bajo un
toldo o en un ranchito del mercado libre, pero que siempre habrá momentos para
comer ante una piscina, en un hotel, ante el mar, en una cena empresarial,
etc., miren, más que invitar a comer a esa mujer, hay que invitarla a hacer la
vida juntos y con el paso a la eternidad.
Ninguna mujer es banal por naturaleza; lo que le puede
lograr hacerse así, es la insana competencia con un mundo snob; ese que no sabe
ir en proporción entre lo que se cobra y los gustos que hay que darse en pleno.
Otras cosas qué invitar a comer a una mujer
Miren amigos, sean más comedidos (o sea, salgan de la
caja). No todo es hamburguesa y pizza. Coman sushi, Focaccia, canelones,
ñoquis, arroz chino con costillas, lomito Wellington.
Tomen sopas de distintos calibres, usen cubiertos y no coman
con la boca abierta.
Consulten a la dama qué le gusta y elaboren el plan de
salida. Averigüen de nuevos lugares dónde comer en paz. Porque las damas que
aceptan una invitación, quieren paz, así vayan a hablar de amor, de negocios o
de física cuántica y literatura escandinava.
Invitar a comer a una mujer no es precisamente un toma y dame, es también tu momento de
salir de lo rutinario y halagarte, tanto por los sabores como por el entorno,
que si bien en soledad son sabroso, te aseguro que siempre lo mejor y lo que
más se va a extrañar, es la compañía.
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