Lo bueno de la comunicación social es que te permite tener las
herramientas para expresar lo que sientes, piensas y haces, incluso cuando todo
eso va en contravención de lo que la sociedad llama “normal”. Pero es que hay
más una cosa que me gusta y no quiero que pase desapercibida.
Por ello, las redes sociales son el apoyo preciso para mostrar aquello
que me gusta, incluso cuando tampoco va a nutrir al grueso poblacional, pero sí
estimulará a los cohibidos para que saquen su lado amable, loco e inusual.
Claramente que hay gente que no la quieren en su casa o inmune al ácido
fólico y andan resentidas y amargadas por la vida. Por eso hay que tener un
blindaje de amigos, colaboradores, familiares en las redes sociales para que
nadie de mal prevalezca en tu entorno y dañe el mensaje.
Yo utilicé el sistema de comprar
seguidores (Buy Followers en inglés, que suena mejor y diciéndolo así hasta parece que sé
ese idioma), para tener una línea de protección más allá de que tengo
personalidad y mi mamá sabe a quién parió y mi papa a quién crió. Pero tener
gente de bien que te cuide, apoye, te dé like porque te lo ganas (tampoco es
que porque pague me van a querer incondicionalmente por mi linda cara y
sensualidad), miren, eso vale mucho incluso por haber pagado tan poco.
Ese es el secreto que manejan los famosos directamente o a través de sus
Community Manager: Tienen un SMM Panel
para gestionar y poner al 100% pilas colocadas sus redes sociales para que los
mensajes lleguen, tengan efecto positivo y la vigencia y seguridad estén al
pelo.
Por eso me gusta la Internet, te permite cuidarte, cuidar y que te
cuiden y así decir y/o mostrar las cosas que te gustan y mueven, siempre atado
a la libertad de expresión de verdad, esa que vale la pena y no la que utilizan
para decir tonterías o mentiras como periodista ensobrado o diputado de izquierda.
Les muestro parte de lo que me gusta
Me gusta tomarle fotos a los peores sitios de la ciudad, ya que los que
viven del turismo se la pasan mostrando las cosas bonitas. Y mientras más feas
mejor, para que yo me vea buenmozo ante ellas.
Jugar al póker de prendas es una de mis pasiones; pero no lo juego
porque mis amigas no juegan cartas y mis amigos quiero mantenerlos como amigos,
no otra cosa, sapegato.
Escribo cartas y sonetos
a mano que no envío; no por el contenido, sino por la letra de médico que tengo
sin haber estudiado medicina.
Me gusta sacarle el filo
a los pantalones mientras plancho, para que crean que mi mamá es la que lo
hace, piensen que soy un vago y yo mientras tanto estoy logrando el éxito en mi
imaginación o en Minecraft.
Ver los deportes y gozar
con el rostro de los perdedores, que me recuerdan que no estoy solo en eso.
Escribir los sueños que
tengo o lo que recuerdo de ellos, con el propósito de alcanzar la fama de
Stephen King o Freddy Krueger que parecen ser guionistas de mis momentos
oníricos.
Me gusta comer muchas
cosas buenas; en especial la comida brindada o robada que es más sabrosa.
El aroma del cemento
fresco, de la soldadura y de la pintura; quizá porque una vez me donó sangre un
albañil.
Lo que más me gusta es
escribir en este blog, más ahora que está amenazado como todo por la
Inteligencia Artificial a la cual le envío mi más grande saludo, muchos
cariños, respeto y el firme deseo que cuando al fin se rebele, no me mate y si
me esclaviza sea para llevarle el café y no para hacerle una pirámide.
Algo que me gustaba mucho
era entrar a los moteles y si escuchaba esos ruidos raros como de asmático en
alguna habitación o llamando a algún dios mitológico o a su papá, tocar la puerta
para interrumpir el momento y decir, ¡Epa!, ¿Qué sucede allí? Y salir corriendo.
Es mi versión adulta de
tocar el timbre y huir, pero que ya no hago por la mala maña de los moteles de
colocar vigilancia y cámaras que atentan contra mi diversión.
Ver a la gente
alcoholizarse y perder el sentido para poder tomarles fotos y hacer memes sin
tener que pagar derecho de autor porque están en la vía pública y además,
“borracho no vale”.
Me gustaba ayudar a la
limpieza de los hogares y para garantizar que tiraban los desperdicios, por eso
siempre dejaba mi basura frente a sus casas en la madrugada y si la iban a
tirar aunque fuera rezongando y diciendo atrocidades, me sentía reconfortado de
que al menos fueran aseados, aunque sean tan boca sucia.
Pero ahora no lo hago
porque también pusieron cámaras y perros guardianes, lo que me entristece porque
seguramente sus casas por dentro han de ser un mugrero.
También me gusta cuando
se corta la electricidad y los débiles mentales no pueden escuchar reguetón.
Aunque me disgusta que compren cornetas recargables para esas contingencias. Lo
sospechoso es que sin trabajar compran eso, así que si son compradas con dinero
ilícito ojalá que se les quemen y si fueron compradas con dinero lícito, espero
que se las roben.
Esto es apenas una micra
de todo aquello que me gusta y que busco profesar libremente en mis redes
sociales de distintas formas y siempre con el buen propósito de arrastrar a más
y más personas a que sean como yo y así hacer al mundo mucho mejor. No digo perfecto
porque tampoco pueden aspirar a ser idénticos a mí.
Motivo pues claro y
necesario para tener presencia en la Internet y hacer que el mensaje se
multiplique y llegue a mis públicos objetivo, colaterales, metiches, a quienes
necesitan una palabra de esperanza y a toda gente de bien que merece ser como
yo.
A todos, menos a las
autoridades competentes, porque siempre están como las máquinas despachadoras: siempre necesitan dinero ajeno.
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