UN DÍA, TRAS OTRO, EN LA VIDA DE UNA MORROCOYA
La
morrocoya es más que una tortuga y menos que un galápago, pero no en
importancia, sino en tamaño, dependiendo de cuánto crezca o de cuánto la gente
quiera a éste quelonio cuando le consiguen, ya que sí hay Tortugas Ninja que
pelean, hay otras que utilizan el ninjitsu para desaparecerse y/o mimetizarse con
el paisaje. Esa es la habilidad de un morrocoy, desaparecerse por períodos
largos para uno y más largos para ellos o cortos para uno y largos para ellos o
viceversa.
Y
sí, el factor tiempo es de lo más confuso cuando tratamos el tema de los
quelonios, ya que viven tanto que cada día es más de lo mismo.
Un
día normal de la morrocoya “Centella”, bautizada así no por ironía ni por
ofenderla, sino por su habilidad de perderse en el patio apenas uno se voltea,
va así, según el autor pudo observar y documentar un día que no había
electricidad ni nada más qué hacer y era esto o contar los granos que hay en un
kilo de azúcar, veamos:
- Se despierta con el alba, no sé para qué
sí no la sacamos de su cuna hasta que alguno de nosotros se levanta. Y ella aún
no se acostumbra que ésta sea una familia que duerme que jode.
- Tomar agua es su primera necesidad. Y
botarla en una buena orinada. Y cagar también, haciendo espacio para lo que le
venga.
- El señor de la agropecuaria, ante la
consulta que l hiciéramos de ¿con qué la podemos alimentar?, nos respondió de
manera tajante, ¡denle lo que sea, esas comen de toda mierda!; pusimos en duda
su profesionalismo, pero sí atinamos a decir que lo que le venga, se lo come.
- Frutas, legumbres, hortalizas, verduras ha
de comer gustosa. Pero desde que le pusimos carne y pescado, ha comenzado a
vernos y abrir la boca como recién nacido. No es que ella sea una mal acostumbrada,
es que nosotros fuimos pendejos. Por fortuna nunca le dimos sushi, sí no…
- Luego de un baño de caparazón, espera a
que nos volteemos y ¡PARTIDA!, se adentra al patio, donde uno no la consiga,
huyéndole al sol, a los depredadores (gracias a Dios no hay zamuros, ya la
gente vieja de la cuadra se murió) y buscando sombra que le cobije.
- De cuando en vez se come los tréboles que
nacen cuál pasto en el patio. Ella en sus adentros está entonces llena de buena
fortuna.
- Una vez se adentró bajo una vieja batea y
unas piedras. Pero por no tener tracción 4 x 4 en las cuatro ruedas ni buena
reversa ni claxon, se atascó. Pasaron días en que la preocupación nos plenó,
buscándola sin captar en qué orilla estaba oculta. Llegamos al punto ese de
desesperación de un venezolano cuando ya dice, ¡¿dónde estará esta coñoemadre?!
- Cuando se queda en casa, va empujando
todo lo que consigue, porque ella es como “El Canyonero”, el carro de Los
Simpsons, se hace su propio camino y nada la detiene. Bueno, eso dice ella, uno
la levanta y punto. Hace poco la pisé sin querer. El cargo de conciencia es como ella, despacito, constante, casi que permanente. Y le di un carajazo con la puerta, pero ella se blindó en su mundo interior.
- Hurga, analiza, investiga, se adentra, se
arriesga. Se siente segura por su caparazón y porque uno la cuida, además de su
longevidad. A veces creo que se siente eterna; otras veces creo que ella dice
“la vida es para coger riesgos”. Algo me dice que ésta morrocoya fue alumna de
Oogway, la tortuga que eligió a Po como el guerrero dragón.
- Luego, vuelve a comer, se vuelve a bañar
y ya a las 6 y algo está pidiendo cama. Como su cuna queda en la cocina, cuando
estamos cenando podemos oír que hace ruido, como queriendo decir, ¡dejen
dormir, respeten que ésta es mi casa!
- Ella llegó de pronto, luego de que mi
papá la encontrara patas arriba en un terreno baldío; abandonada y
sobreviviente, pasó a ser parte de la familia. Y quizá termine heredando la
casa ya que va a vivir más que todos nosotros. Por algo a veces mira las
escaleras como diciendo decir, “mi siguiente reto es aprender a subirlas y más
aún, bajarlas sin quedarme volteada sobre mi caparazón”. Y se está preparando,
porque es la única que ha engordado en esta casa en los últimos 2 años.
Así es un día o varios de ella, un ciclo
que dura bastante y que lo vive a plenitud. Quizá los que vivimos menos,
también deberíamos hacer igual. ¿O será así como viviríamos más?, tal vez, de
lo contrario ya habría una caricatura llamada “la tortuga estresada”.
Pienso que ella debería tener un novio y tener sus morocoyitos. Alguien debe darle nietos a mis padres. Y así, por ley, la casa será suya. Bueno, ya es, ya se adueñó, conoce rincones que ni la escoba ha visto.
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